Arriesgar como herramienta de bienestar y éxito personal

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Por Caraota Digital 6 Min de Lectura
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Arriesgar como herramienta de bienestar y éxito personal
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Por María Laura García

Hace unos días, en mi cuenta de Instagram @atusalud, reflexioné sobre lo importante que es vencer nuestros miedos y asumir riesgos, porque “si no arriesgas nada, lo arriesgas todo”. De hecho, leí: “El que no arriesga no gana ¡Pierde siempre! … Y muchas frases más que encierran una gran verdad pero que se nos olvidan siempre.

Riesgo se define como: “la exposición a una situación donde hay una POSIBILIDAD de sufrir un daño o de estar en peligro. Si, ciertamente es una vulnerabilidad a que ocurra un evento con efectos no tan positivos”, pero es solo eso una “posibilidad”. Yo me pregunto siempre ¿Esa “posibilidad” la puedo superar? Y si la respuesta es sí, “me tiro por ese tobogán” porque sé que la ganancia o satisfacción superará los “daños”.

A lo mejor no ganarás, pero sin duda sumarás experiencias, sumarás fuerza, orgullo, vida. La satisfacción será siempre más fuerte que la decepción. El entusiasmo por la vida te llenará de valor para seguir luchando.

El que no arriesga no gana y además pierde la oportunidad de acercarse a lo que desea. Si nunca arriesgas nada vas a cambiar en tu vida.

Si te arriesgas puede que ganes y las cosas salgan tal como lo esperaste o puede que pierdas y te encuentres llorando, pero lo que seguramente tendrás es la satisfacción de que, por lo menos, lo intentaste.

CONSIDERA: “Si no arriesgas, pierdes oportunidades para cambiar, aprender y crecer”.

Además, leí esto y estoy segura que tu también: “Coraje NO es ausencia de miedo”, para mí es la consciencia de que hay algo por lo que merece la pena luchar, sacar el pecho y sudar. Es lo que permite a los “soñadores”, como tú y yo, alcanzar éxitos y logros, desafiando los miedos. Es la valentía puesta al servicio del sueño, de la pasión, de la ilusión, del amor.

Siempre habrá algo o alguien, tratando de cortarnos las alas, por eso se necesitan más “locos” soñadores ¿Qué sería del mundo si no hubiera habido “locos” que lucharon y arriesgaron hasta su vida para conseguir sueños?

Cierro con: “Solo imagina lo bonito que puede ser, arriesgarse y que todo salga bien”.

Miedo al riesgo: ¡Un freno al talento y a la creatividad!

Leí que “es casi tan preocupante lo que dejamos de hacer por miedo como lo que acabamos haciendo por él (¡locuras!), y coincido totalmente, por eso al experimentar temor, debemos detenernos y analizar el por qué lo sentimos, para sopesar la situación e implementar los correctivos necesarios para no cerrarnos las puertas a un mundo de posibilidades. La mayoría de las decisiones que tomamos en nuestra vida están motivadas por nuestras dudas y desconfianza ¡Esto es terrible!

Por tanto, resulta muy importante, tener presente que cuando tenemos miedo nuestra capacidad de reflexión o razonar se nubla, así que debemos procurar la calma. La disminución de las conexiones neuronales, que se da como consecuencia del miedo, inhibe el surgimiento de actitudes creativas por lo cual constituye un obstáculo para la innovación.

¿Qué podemos hacer para que el miedo no campe a sus anchas en nuestra mente?

Que yo recuerde, en casa, el error estaba considerado como un defecto, como un fallo en nuestra “estructura humana” y que en el mejor de los casos era debido a una falta de disciplina, pero en los peores, se trataba de un “defecto de fábrica” que podía ser motivo de vergüenza ¿Cuántas veces no nos avergonzaron en casa? ¡A mí muchas!

Ante este panorama, lo normal en los de mi generación, era intentar esconder los errores o evitarlos no arriesgándonos. Ambas acciones son muy peligrosas y han condicionado, casi siempre para mal, nuestra vida y crecimiento como seres humanos.

No querer errar o arriesgar es tanto o más peligroso que hacerlo porque nos vuelve conservadores, miedosos y no nos deja escapar de nuestra zona de confort, a esa zona intangible que es precisamente donde pasan las nuevas experiencias y también el aprendizaje. Esta palabra es clave.

Hay que aprender a ser valientes y a educar sobre el valor del riesgo. Todos deben saber cómo puede fortalecer nuestra autoestima el intentarlo. Debemos motivarnos a través de las historias de muchos que salen de su zona segura para equivocarse una y otra vez hasta que les sale bien.

En las escuelas se debe formar a los pequeños para que esa cultura de lo fácil y seguro cambie por lo incierto, pero potencialmente enriquecedor.

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